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-Si una persona, después de muchos años de esfuerzos, ha conseguido unas cosas que nunca había poseído, ¿tiene que darlas? R. -Si esa persona tiene inquietudes descubrirá que esto que ha conseguido con su esfuerzo nunca ha sido «su» esfuerzo; ha sido un esfuerzo que se ha expresado a través de él, ha sido él que ha recibido esa capacidad de esfuerzo y esa voluntad de esfuerzo. Todo, absolutamente todo, le ha sido dado, incluso el deseo de utilizar la inteligencia y la perseverancia para mantenerse. -Pero, en este caso, ¿qué es lo que tiene que restituir? R. -Tiene que restituir la idea de que él ha hecho algo, de que ese algo es de él y no de otro, tiene que restituir esa propiedad de exclusiva, esa identificación con lo que uno hace, con lo que uno piensa, con lo que uno siente. Esta idea de propiedad, de exclusividad, esto es lo que tiene que restituir. No necesariamente tiene que dar dinero, que dar cosas. Aunque diera todo el dinero, podría quedar exactamente igual en su idea de superioridad, de propietario. Soy yo quien doy. No consiste en el hecho material de dar o de no dar, consiste en esta comprensión profunda de que a través de mí se está expresando algo mucho mayor que mi yo personal, y que a través de lo otro se está expresando algo mucho mayor que el pequeño ser personal del otro; tiene que darse cuenta de que todas las cualidades que hay en mí, que hay en el otro, son simplemente cualidades que se expresan en forma de uno o de otro; pero que nunca es este yo, que este yo es una atribución, la consecuencia de un funcionamiento externo, cerrado, pequeño, de nuestra mente infantil; tiene que darse cuenta de que este yo es natural, es correcto en nuestra etapa de evolución, pero que aquel que siente ansias de llegar a una realización, a una libertad, ha de trascender, debe crecer y pasar a una etapa de conciencia integral, a una conciencia mayor. -Pero cuando la conciencia es universal y uno está situado en todo el espacio, entonces el espacio deja de existir. R. -El espacio no deja de existir; simplemente deja de existir como algo extraño, como algo externo, como algo aparte de nosotros. Ahora estamos teniendo la noción de yo y de espacio. Cuando se realiza esta experiencia uno se da cuenta de que el espacio es el yo, que todo espacio no existe más que como vivencia de realidad, que no es yo en el sentido de sujeto, sino que es lo que Es. Ahora bien; esto se puede vivir en muchos niveles, se puede vivir a un nivel muy elemental, muy inmediato, pero se vive ya esa trascendencia, es una trascendencia a un nivel pequeño. Y cuanto más yo sea capaz de vivirme a mí mismo de arriba a abajo y de abrirme a lo otro de arriba a abajo, más esa experiencia de integración se hará realmente universal, integral. Yo puedo vivir esta experiencia a un nivel vital. Por ejemplo, en la experiencia sexual se puede trascender la noción del yo y del tú en una conciencia de realidad vital única, más allá de sujeto y de objeto. Lo mismo que ocurre en este nivel puramente biológico sexual tiene lugar en todos los niveles. Cada nivel tiene su calidad propia; el nivel superior tiene una calidad superior, pero en la misma intensidad y con la misma universalidad de la experiencia. Esta es la realización. No el esconderse en un agujero en donde uno puede vivir un estado. No se trata de girarnos de espaldas al mundo y a las cosas, no es seleccionando lo que percibimos como real y encerrándonos en un pequeño rincón de nuestra conciencia. Ahí podríamos profundizar, podríamos vivir la intensidad de algo, pero la Realización es cuando toda la realidad se integra y se vive desde el Centro. Y el mecanismo a través de la vía exterior es este que explicamos. Lo que venimos hablando es la clave de la Realización a través del mundo exterior. Y, como siempre, esto es algo que está para todos. Porque el mejor modo para llegar a conseguir que la humanidad viva un día esto es que yo lo viva, que la Realidad se exprese más plenamente en mí. Porque entonces yo estaré en condiciones de ayudar, de estimular, de aumentar el voltaje general de esa conciencia particular que llamamos humanidad. Cada persona que realiza esta conciencia representa un aumento de intensidad en el voltaje general de la humanidad. La mejor forma de ayudar a los demás es que yo llegue a vivir la realidad humana, la Realidad de Ser. Esto es lo único que es capaz de ayudar a los demás a Ser. -Así, ¿podemos decir que nuestra vida es una ilusión? R.-Nuestra vida no es una ilusión. Nuestra vida es una espléndida realidad. Lo que es una ilusión es la idea que nos formamos de la vida. Es lo que nos dice el Zen: «Al principio uno cree que las montañas son las montañas y que el mar es el mar. A medida que uno trabaja, descubre que las montañas no son las montañas y que el mar no es el mar». La ilusión procede de lo que interpretamos, la ilusión es lo que fabricamos. Si en
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